domingo, 26 de diciembre de 2010

Dulce regreso

Llevo prácticamente una semana en Segovia. Desde entonces el tiempo pasa despacio, rodeado de mi gente que es lo importante.

Aquí una foto junto a mi padre, Rafael, a mi llegada a Madrid el pasado lunes.

Aunque no se vea, estaba nevando.

La sensación al llegar a Segovia fue como la de llegar a un lugar donde el tiempo no pasa. Todo seguía como tres meses atrás, todo seguía igual. El reencuentro con mi familia (mis padres, mi hermano, mis abuelos, etc., cómo les eché de menos) y amigos ha sido estupendo, y eso que aún me queda por ver a más de la mitad de mi gente. Me esperan largas tardes de conversaciones y cafés, intercambio de opiniones sobre Rumanía, saber qué ha pasado durante este tiempo a cada uno, etc.

El pasado miércoles visité Madrid, fue el día que elegí para ir y visitar a mis amigos y compañeros de la universidad: Lorena, Julián, Sara, Irene, Laura, etc. Calurosos abrazos, entrañables conversaciones. Extrañas sensaciones, como cabe esperar este es el último año de universidad para muchos, para mí también. La vida es cerrar etapas, y lo importante es abrir otras nuevas. Sara está haciendo un máster de Patrimonio Inmaterial a la vez que hace 5º de Historia del Arte, Lorena está con la tésis en París (donde vive desde hace más de un año), Laura compagina su último año con un módulo de lenguaje de signos para personas mudas y que le está llenando muchísimo, etc. Cada uno ha de seguir su camino, y muchos de ellos serán distintos a los de uno.

Facultad de Geografía e Historia o la Caja de Cerillas.

Caminar de nuevo por aquella facultad fue genial, ha sido escenario de cinco intensos y geniales años, no había terminado mi quinto curso y ya echaba de menos este sitio, esa sensación de sentir que se acaba una buena etapa, dejar atrás a tantas buenas amistades. El pasado miércoles ya no sentía tristeza mientras recorría la bilbioteca con Lorena, paseando por sus pasillos, ni siquiera tomando ese café tan fantástico de la cafetería con ella.

Después quedé con mis amigos de Bucarest que viven o estudian en Madrid y ese día coincidimos: Alessia, Paco y Gonzalo. En un día pude ver a muy buena gente, muy buena.


Foto en Gran Vía de Madrid junto a Laura, Alessia, Paco y Gonzalo. La otra foto es de una calle cercana a la Puerta del Sol de Madrid, tampoco se aprecia pero estaba nevando.

Al día siguiente me esperaba otra persona importante, Julia, que llegaba desde Berlín. Poco a poco nos vamos juntando todos.

Para abrir nuevas puertas hay que cerrar otras.

3 comentarios:

  1. ¡¡Nada mejor que coger fuerzas para los próximos meses que quedan por disfrutar en el extranjero!!

    Disfruta, y Felices Fiestas!!

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  2. Susana tiene razón, a veces eres más soso... no tiene pérdida, "Al día siguiente me esperaba otra persona importante, Julia, que llegaba desde Berlín. Poco a poco nos vamos juntando todos."...

    No siempre que se abre una nueva puerta hay que cerrar otra... si no se quiere; lo que sí que hay que tratar es de hacer lo contrario: abrir una nueva siempre que te cierren otra.

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